Todo progreso de su marido en el área política, representaba para Geles, un peligro y estaba inquieta porque, de manera inesperada, Montero había subido de nuevo al podium del poder. Muy pronto, los pelotilleros de siempre, iniciaron un acercamiento al prócer que estaba otra vez manejando el timón del gobierno en un área tradicionalmente conflictiva. Lo hacían claro está, pensando en conseguir favores y prebendas.